Aquella noche, sotiene Pereira, tuvo un sueño. Un sueño hermosísimo. Pero prefiere no revelarlo, porque los sueños no se deben revelar, sostiene. Admite únicamente que era feliz y que se encontraba en invierno en algún sitio del norte, junto a él había una persona cuya identidad no desea desvelar. El hecho es que se levantó de muy buen humor, sostiene, se puso una camisa de manga corta y cogió un jersey ligero de algodón, pero no se lo puso. Se lo colocó en el hombro. Por un momento pensó llegar a pié, pero enseguida le pareció una locura y no pudo resistir a la tentación de coger un taxi.
viernes, 31 de agosto de 2007
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1 comentario:
Quizá por estas razones y por otras más que no sabe explicar. Es difícil tener convicciones precisas cuando se habla de las razones del corazón, sostiene Pereira.
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