miércoles, 31 de octubre de 2007

Toda la lluvia de un día gris londinense

Hacerte venir

Si yo pudiera llevarte a ocultas donde voy
y regalarte toda la lluvia de un día gris,
enamorarte a media voz
cuando ni el viento me pueda oír,
si yo pudiera de donde estoy...
hacerte venir.

Si yo pudiera hallar lugar y amarte aquí,
desvistiendo las tantas horas de quietud,
guardar lo inmenso de ese olor
a fin de enero ya por vivir,
si yo pudiera de donde estoy...
hacerte venir.

Si yo pudiera ganar la prisa y ver el mar,
delineando la irrealidad de tu existir,
juntar suspiro y soledad
cuando el olvido debe partir.

Si yo pudiera de donde estoy,
ay amor, hacerte venir
para encender la ciudad y el sol
con ademanes de tempestad,
si yo pudiera de donde estoy
ganar la prisa y volver al mar.

Si yo pudiera ahogar la brisa, la humedad,
y proponerme salvar el beso que elegí,
alimentar la claridad de una esperanza,
aun por teñir, si yo pudiera de donde estoy...
hacerte venir.

Si yo pudiera ahogar la sed, la edad,
la voz, reconquistarte
con lo que queda por decir,
unir de un golpe mi ansiedad
y la curva suave de tu sentir.

Si yo pudiera de donde estoy,
ay amor, hacerte venir
no hubiera ardores que violentar,
ni bandoleras que consentir;
si yo pudiera de donde estoy,
ay amor, hacerte venir,
armar de fuego la dignidad,
perder el sitio para fingir.

Si yo pudiera de donde estoy,
ay amor, hacerte venir,
tener tu boca y tu corazón
cuando el deseo me quiera hervir;
si yo pudiera de donde estoy,
ay amor, hacerte venir
si yo pudiera de donde estoy,
ay amor... hacerte venir!

Amaury Pérez

martes, 30 de octubre de 2007

Cada guerra, cada herida, cada sed


lunes, 29 de octubre de 2007

Especial domingo


Vuelvo
Vuelves
Volvemos
Nos quedamos
No nos vamos
Sigues esperando en la escalera o en un coche
Sigo esperándote en el rastro
Llegas y me avisas
Mejor aún te quedas
Te enredas y me enredo
Tacto
Me filtro, me infiltro, me escondo
Foto robada, prestada, tomada
Bye
Vuelves
Vuelvo
Valiente otra vez
Sabor, olor, sonido
Paracaídas
No nombramos
Los nombres no importan
Palpitamos
Coca cola y café
Bruma
Piés fríos
Manos
Frías también
Cuello frío
Manos frotando tus piés
Astronauta
Vivimos
Volamos
Continuamos
Hablamos
Vivimos
Soñamos
Vivimos
Leémos
Escuchamos
Exploramos
Recorremos
Carreteamos
Pueblos
Aeropuertos
Sentimos
Aprendemos
Vivimos
¿Joaquinita?
No pensamos
1+1
Vivimos
Estamos

miércoles, 24 de octubre de 2007

Quiero

Quiero que me relates
tu último optimismo

yo te ofrezco
mi última confianza

Mario Benedetti

martes, 23 de octubre de 2007

Hoy me vino la gana, que no las musas

lunes, 22 de octubre de 2007

La Tregua

Questa è la storia di una solitudine individuale e collettiva scritta sotto forma di diario. Protagonista è Martin Santomè, inpiegato in una grossa azienda di Montevideo, schiacciato dalla monotonia della vita di ogni giorno. Vedovo, vicino alla pensione, Santomè ha difficoltà a stabilire un rapporto con i suoi figli. Ma quando nell'azienda viene assunta la giovane Laura Avellaneda, Santomè sente nascere un amore insperato che lo porterà a vivere una relazione clandestina, che sembra illuminare il suo futuro.

viernes, 19 de octubre de 2007

Vení

Vení a dormir conmigo
no haremos el amor
él nos hará.

Julio Cortázar.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Miradas

Yo jamás había mirado a una mujer con tanta fuerza. Mi pudor se esfumó en el acto y me produjo placer sentir que penetraba aquellos ojos bondadosos, casi suplicantes, que ya los habitaba. Y aquella mirada me anunciaba el deseo que yo despertaba en aquella mujer tan hermosa. Fue ese deseo de ella lo que despertó, por inauguración solemne y súbita, mi deseo. Me sentí encelado, abrasadoramente genésico, aunque entonces pensé que aquello era el principio de un desmayo por la emoción del encuentro con mi soberana. Nadie nunca me había informado que la carne está hecha para esponjarse y, así, poder recuperar todas las patrias perdidas.

Guillén Viladot

martes, 16 de octubre de 2007

Por favor tenme miedo

lunes, 15 de octubre de 2007

Summa Vitae

De todo lo que amé en días inconstantes
ya sólo van quedando
rastros, marañas, conjeturas,
pistas dudosas, vagas informaciones:
por ejemplo, la lluvia en la lucerna
de un cuarto triste de París,
la sombra rosa de los flamboyanes
engalanando a franjas la casa familiar de Camagüey,
aquellos taciturnos rastros de Babilonia
junto a los barrizales suntuosos del Éufrates,
un arcaico crepúsculo en las Islas Galápagos,
los prolijos fantasmas
de un memorable lupanar de Cádiz,
una mañana sin errores
ante la tumba de Ibn'Arabi en un suburbio de Damasco,
el cuerpo de Manuela tendido entre los juncos de Doñana,
aquel café de Bogotá
donde iba a menudo con amigos que han muerto,
la gimiente tirantez del velamen
en la bordada previa a aquel primer naufragio...

Cosas así de simples y soberbias.

Pero de todo eso ¿qué me importa
evocar, preservar después de tan volubles
comparecencias del olvido?

Nada sino una sombra
cruzándose en la noche con mi sombra.

José Manuel Caballero Bonald (1926)
Manual de Infractores

miércoles, 10 de octubre de 2007

Nächtlich

    Frescor de los vidrios
    al apoyar la frente en la ventana.

    Luces trasnochadas que al apagarse
    nos dejan todavía más solos.

    Telaraña que los alambres
    tejen sobre las azoteas.

    Trote hueco de los jamelgos que
    pasan y nos emocionan sin razón.

    ¿A qué nos hace recordar
    el aullido de los gatos en celo,

    Y cuál será la intención de los papeles
    que se arrastran en los patios vacíos?.

    Hora en que los muebles viejos aprovechan
    para sacarse las mentiras,

    Y en que las cañerías
    tienen gritos estrangulados,

    Como si se asfixiaran
    dentro de las paredes.

    A veces
    se piensa,

    Al dar vuelta la llave
    de la electricidad,

    En el espanto que
    sentirán las sombras,

    Y quisiéramos
    avisarles

    Para que tuvieran tiempo
    de acurrucarse en los rincones.

    Y a veces las cruces
    de los postes telefónicos,

    Sobre
    las azoteas,

    Tienen algo
    de siniestro

    Y uno quisiera
    rozarse a las paredes,

    Como un gato
    o como un ladrón.

    Noches
    en las que desearíamos

    Que nos pasaran
    la mano por el lomo,

    Y en las que
    súbitamente se comprende

    Que no hay ternura comparable
    A la de acariciar algo que duerme.

    Oliverio Girondo

martes, 9 de octubre de 2007

¿Porqué no?

Misioneros

Porqué no,
nosotros, sin temor,
nos hicimos a la mar

porque
la mar

era nosotros.

Alejandro Aura

lunes, 8 de octubre de 2007

Noche en blanco

Los formales y el frío

Quién iba a prever que el amor, ese informal, se dedicara a ellos tan formales. Mientras almorzaban por primera vez, ella muy lenta y él no tanto, y hablaban con sospechosa objetividad de grandes temas en dos volúmenes. Su sonrisa, la de ella, era como un augurio o una fábula. Su mirada, la de él, tomaba nota de cómo eran sus ojos, los de ella. Pero sus palabras, las de él, no se enteraban de esa dulce encuesta. Como siempre o casi siempre la política condujo a la cultura, así que por la noche concurrieron al teatro sin tocarse una uña o un ojal, ni siquiera una hebilla o una manga y como a la salida hacía bastante frío y ella no tenía medias, sólo sandalias por las que asomaban unos dedos muy blancos e indefensos, fue preciso meterse en un boliche. Y ya que el mozo demoraba tanto ellos optaron por la confidencia. Extra seca y sin hielo por favor. Cuando llegaron a su casa, la de ella, ya el frío estaba en sus labios, los de él, de modo que ella fábula y augurio le dio refugio y café instantáneos. Una hora apenas de biografía y nostalgias hasta que al fin sobrevino un silencio. Como se sabe en estos casos es bravo decir algo que realmente no sobre. El probó sólo falta que me quede a dormir. Y ella probó por qué no te quedás. Y él, no me lo digas dos veces. Y ella bueno, por qué no te quedás. De manera que él se quedó en principio a besar sin usura sus pies fríos, los de ella. Después ella besó sus labios, los de él, que a esa altura ya no estaban tan fríos y sucesivamente así, mientras los grandes temas dormían el sueño que ellos no durmieron.
Mario Orlando

viernes, 5 de octubre de 2007

¡ Y épale !


Nanas de la cebolla

La cebolla es escarcha cerrada y pobre.
Escarcha de tu días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro
y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama
hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo
la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado
el vivir
como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta,
aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,

que tu carne es
el cielo
recién nacido.

¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco
jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Miguel Hernández

jueves, 4 de octubre de 2007

Compañero de viaje

La noche del 4 de octubre de 1957, la astrofísica soviética Alla Masevich estaba en Madrid. Había llegado al frente de una delegación de científicos de la URSS para participar en un ciclo de conferencias sobre el Año Geofísico Internacional que se celebraba en España, anclada por entonces en el ecuador del franquismo. Cuando aquella noche trascendió el lanzamiento por Moscú del primer satélite de la Historia, una bola metálica de 83,6 kilos y 58 centímetros de diámetro provista de dos radiotransmisores y cuatro largas antenas, los científicos soviéticos dormían plácidamente en su hotel. Ajenos a la resonancia del primer pistoletazo cósmico de la carrera espacial, Masevich y los suyos se levantaron sobresaltados por el coro de graznidos estridentes («¡Sputnik!, ¡Sputnik!») que resonaba en el pasillo. Como poseídos por aquella nueva y exótica palabra ('sputnik' significa en ruso 'compañero de viaje'), una jauría de periodistas aporreaba las puertas de sus habitaciones pidiéndoles información.

«Masevich y los suyos no sabían nada del lanzamiento del Sputnik y pensaron que se trataba de una acción antisoviética, por lo que llamaron a la embajada», relata entre risas Boris Chertok, adjunto entre 1946 y 1966 de Serguei Koroliov, el padre del Sputnik y mentor del programa espacial soviético. «Nos reímos mucho cuando luego nos contaron el miedo que habían pasado en aquel hotel», recuerda Chertok, padrino e impulsor de aquella primera bolita de metal colada por Moscú en el 'pinball' de las estrellas.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Pájaros de Portugal, sin dirección, ni alpiste, ni papeles


Andamos perdidos por ai,
quem sabe por onde.
O que é certo é o bom que é
fugir contigo

martes, 2 de octubre de 2007

Otro verso del capitán

Yo te creé,
yo te inventé en Italia
Estaba solo
El mar entre las grietas
desataba violento
su seminal espuma
Así se preparaba
la abrupta primavera
Los germenes
dormidos entreabrian
sus pezones mojados,
secreta sed y sangre
herían mi cabeza
Yo de mar y de tierra
te construi cantando
Necesite tu boca,
el arco puro
de tu pequeño pie,
tu cabellera
de cereal quemado.

Yo te llamé y viniste de la noche,
y a la luz entreabierta de la aurora
encontré que existías
y que de mi como del mar la espuma
tu naciste, pequeña diosa mía
Fuiste primero un germen acostado
que esperaba
bajo la tierra oscura
el crecimiento de la primavera,
y yo dormido entonces
sentí que me tocabas
debajo de la tierra,
porque ibas a nacer,
y yo te habia sembrado
dentro de mi existencia
Luego el tiempo
y el olvido vinieron
y yo olvide que estabas conmigo
creciendo solitaria
dentro de mí, y de pronto
encontré que tu boca
se había levantado de la tierra
como una flor gigante
Eras tu que existías
Yo te habia creado
Mi corazón entonces
temblo reconociéndote
y quiso rechazarte
Pero ya no pudimos.
La tierra estaba llena
de racimos sagrados
Mar y tierra
en tus manos estallaban
con los dones maduros
Y así fue tu dulzura derramandose
en mi respiración y en mis sentidos
porque por mi fuiste creada
para que me ayudaras
a vivir la alegría.
Y así, la tierra,
la flor y el fruto, fuiste,
así del mar venias
niña de mar
con el sol por detrás
sumergida esperando
y te tendiste junto a mí en el sueño
del que no despertamos

Pablo Neruda