- Frescor de los vidrios
al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse
nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres
tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que
pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar
el aullido de los gatos en celo,
Y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?.
Hora en que los muebles viejos aprovechan
para sacarse las mentiras,
Y en que las cañerías
tienen gritos estrangulados,
Como si se asfixiaran
dentro de las paredes.
A veces
se piensa,
Al dar vuelta la llave
de la electricidad,
En el espanto que
sentirán las sombras,
Y quisiéramos
avisarles
Para que tuvieran tiempo
de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces
de los postes telefónicos,
Sobre
las azoteas,
Tienen algo
de siniestro
Y uno quisiera
rozarse a las paredes,
Como un gato
o como un ladrón.
Noches
en las que desearíamos
Que nos pasaran
la mano por el lomo,
Y en las que
súbitamente se comprende
Que no hay ternura comparable
A la de acariciar algo que duerme.
Oliverio Girondo
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