miércoles, 10 de octubre de 2007

Nächtlich

    Frescor de los vidrios
    al apoyar la frente en la ventana.

    Luces trasnochadas que al apagarse
    nos dejan todavía más solos.

    Telaraña que los alambres
    tejen sobre las azoteas.

    Trote hueco de los jamelgos que
    pasan y nos emocionan sin razón.

    ¿A qué nos hace recordar
    el aullido de los gatos en celo,

    Y cuál será la intención de los papeles
    que se arrastran en los patios vacíos?.

    Hora en que los muebles viejos aprovechan
    para sacarse las mentiras,

    Y en que las cañerías
    tienen gritos estrangulados,

    Como si se asfixiaran
    dentro de las paredes.

    A veces
    se piensa,

    Al dar vuelta la llave
    de la electricidad,

    En el espanto que
    sentirán las sombras,

    Y quisiéramos
    avisarles

    Para que tuvieran tiempo
    de acurrucarse en los rincones.

    Y a veces las cruces
    de los postes telefónicos,

    Sobre
    las azoteas,

    Tienen algo
    de siniestro

    Y uno quisiera
    rozarse a las paredes,

    Como un gato
    o como un ladrón.

    Noches
    en las que desearíamos

    Que nos pasaran
    la mano por el lomo,

    Y en las que
    súbitamente se comprende

    Que no hay ternura comparable
    A la de acariciar algo que duerme.

    Oliverio Girondo

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